Por: Julitza Bracho
Si estas en la búsqueda de crecimiento
personal, eso quiere decir que te interesa quien eres y quieres ser mejor cada
día, se trata de CRECER COMO SER HUMANO. Leer sobre crecimiento personal es
reflexivo sí, pero ¿cómo poner en práctica esas reflexiones? y ¿cómo crecer con
ellas? muy pocos libros lo dicen. En la comunicación está EL GRAN SECRETO para
crecer.
La esencia está en
las personas, y lo que nutre la
comunicación necesaria para crecer
es “darse cuenta” de lo que ocurre a tu
alrededor, tus experiencias de vida y en como decides vivir cada una, por
ejemplo la meditación, que consiste en mirar hacia adentro, buscar tu paz y en
un encuentro personal, dejarte ir, fluir...
Practicar la meditación te enseñará a
concentrarte. Medita y date cuenta como tus pensamientos intentan sabotearte.
No es un acto de magia, practica para
aprender a desechar los pensamientos negativos y los que te distraen hasta
lograr el silencio interno, que te ayudará a conseguir la conexión durante la
comunicación.
Disfruta aprendiendo como lo hace un niño. Ellos
aprenden de lo que observan, están alertas a lo que sucede a su alrededor, descubren
y aprenden a través de los sentidos.
OBSERVA como si no escucharas y hazlo en
completo silencio. Observa las personas conversar –con la distancia prudente-,
date cuenta la atención que prestan a su interlocutor cuando habla y el mensaje
que expresan en su lenguaje corporal, pero sobre todo observa las emociones que
se evidencian durante la conversación y el trato que se dan unos a otros.
HABLA, como bien decía Sócrates, solo cuando lo
que tengas que decir, sea cierto, bueno o útil para alguien, si no cumple con
estas reglas, mejor no digas nada. Siempre digo, LA PALABRA TIENE PODER, porque
edifica grandemente si bendices (que significa bien-decir), pero también puede
destruir, herir y dañar irreparablemente a otro ser humano, que siente igual
que tú. Bendice a todos siempre y recuerda que la vida es como un bumerán, lo
que das algún día regresa a ti.
Y, como se trata de crecer y bien andar, hay
algo que debes evitar y con mucho respeto rechazar, al que mal de otro te venga
a hablar.
SIENTE, abraza, acaricia, aprende a dar y a
recibir el cariño que hay en una sonrisa, la calidez de un gesto amable, no te
niegues la oportunidad de disfrutar las emociones que nos brindan las
relaciones humanas.
ESCUCHA en silencio, atentamente y CON
PROPOSITO, más allá de las palabras (observando el lenguaje corporal del que se
expresa). Ten en cuenta que cuando alguien habla, lo hace mediante el mensaje
verbal (es la idea, las palabras), vocal (la voz, la forma como se pronuncian
las palabras) y visual (gestos, postura corporal), pero también según sus
valores, aprendizajes, experiencias, desde su perspectiva y de acuerdo a su
historia de vida.
Por eso, escucha con mucho respeto, en
silencio, recordando que no se trata de oír, sino de escuchar, para comprender,
no para responder y mucho menos para juzgar. La escucha se trata de conectarnos
con todo nuestro ser, sin prejuicios, ni opiniones apresuradas. Es la manera
más empática de escuchar. La
comunicación “cara a cara” nos permite alcanzar la empatía perfecta.
Es muy importante y nada difícil, desarrollar
la capacidad de escuchar sin hacer prejuicios. El gran secreto es poder
colocarnos en el lugar de otro sin juzgar, temer, ni desconfiar.
Hay conductas que debemos reconocer y corregir,
para no fracasar en el propósito de escuchar.
La falta de atención, no concentrarnos en el
punto de vista del otro.
Sacar conclusiones apresuradas, haciendo sentir
mal a quien se expresa con tu falta de paciencia y muy probablemente
concluyendo en una idea equivocada.
Interrumpir, como lo dicen Cala y Cruz en su
libro Las Dos Caras de la Comunicación “…es
como tomar tu mano, ponerla sobre la boca de tu interlocutor y comenzar a
hablar.”, “crean…resentimiento, enojo y rechazo”.
Al mismo tiempo, sé un oyente activo, tanto con
tus posturas como con tus comentarios, el silencio ausente es realmente
frustrante.
La imprudencia de la impaciencia, demuestra tu
falta de interés.
Todas estas son conductas que más allá de
impedirnos convertirnos en buenos escucha, se transforman en sentimientos de
rechazo, impotencia, molestia y frustración.
En mi opinión, aprender a NO HACER JUICIOS DE
VALOR, NI SACAR CONCLUSIONES APRESURADAS, serán unos de los mayores beneficios
de tu crecimiento en este sentido.
Para los seres humanos es una necesidad
sentirnos escuchados, nos hace sentir únicos e importantes.
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