Autor: Julitza Bracho
Es imperioso reconocer la inmensa evolución que
hemos tenido los seres humanos en las últimas décadas, sin embargo, es una
evolución muy cuestionada en términos de las relaciones humanas, pues muy
frecuentemente la gente coincide acerca de los estragos que ocasiona la
tecnología -creada por
nuestro ingenio- en la vida de las
personas, que causa un efecto relacional inverso, cuando puede acercar, creando
vínculos entre personas que están físicamente lejos, y al mismo tiempo, alejar
y hasta separar definitivamente a los que están muy cerca de nosotros.
Por otra parte, se hace referencia a los valores,
que según muchos “se han perdido”, así mismo, a la ausencia de buenos modales o
cortesía evidentes en la sociedad actual y en algunos casos carencia de
ciudadanía, que generalmente consideran es por falta de educación.
En mi opinión, lo importante es analizar ¿cómo
se causó esa falta?, para trabajar en un plan de acción que nos conecte a una
evolución con trascendencia; es probable que en gran parte se deba a la falta
de nuestra presencia consiente, de empatía, de la perdida del enfoque hacia lo
importante, dándole prioridad a tantas ocupaciones, tan seguidas urgencias e
imprevistos, que muestran indiferencia y hasta un involuntario mal trato hacia
el otro, que le atropella, hiere o castiga; baste como muestra, el caso de un
niño que tiene las mencionadas carencias, pues vive con la presencia ausente del
adulto que lo “educa”.
Lo cierto es, que hemos permitido que la
tecnología y la vida moderna nos atrapen, desconectándonos de nuestro aquí y
ahora, en vez de ser nosotros quienes le demos la utilidad para la cual fue
creada, en un tiempo y espacio adecuados, que a la vez, nos proporcione tiempo
suficiente para construir relaciones que funcionen.
En conclusión, el mensaje que entre líneas se
puede leer y que las personas de alguna manera nos quieren transmitir, lo
expresan con un grito que pareciera mudo a nuestros oídos, diciendo ¡ESTOY AQUÍ!, y resulta que no son
ellos sino nosotros, el común de las personas con nuestra actitud, que nos
hemos convertido en analfabetos emocionales que inutilizan los sentidos.
Con esto quiero decir, que los niños intentan
llamar la atención de mil maneras a padres o familiares; las personas con necesidades especiales nos
quieren hacer saber que todos somos iguales, que tienen diversas formar de
contribuir con la sociedad; las mujeres aun en el siglo XXI hacen
manifestaciones buscando que se reconozca su valor real y el derecho a ocupar
el merecido lugar que les corresponde en cada espacio social, en fin, el tiempo
pasa y en general hemos decrecido en cuando a las relaciones humanas, al
reconocimiento y al valor que le damos a los que nos rodean, seres humanos
iguales a nosotros, muchas veces “seres queridos”, que sienten y experimentan
consecuencias emocionales y/o psicológicas por causa nuestra, como distancia, rechazo,
estigmatización, abandono, todo lo que se traduce en dolor.
Con el objetivo de diseñar un plan de acción, para
aportar en la construcción de la alfabetización emocional, queremos propiciar
una lluvia de ideas, que se genere a través de tu valioso aporte.
Por lo que te invito y agradezco tus
comentarios y/o aportes acerca de este artículo.
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